14/8/13

¿Sobreprotegemos a nuestros hijos?


No hace mucho tiempo sin ir más lejos, hace unos 30 años los parques infantiles en este país eran un tanto diferentes a los que ahora invaden nuestros peques cada tarde.

El material preferido era el metal salpicado de algún trozo de madera en lugar del corcho y el plástico ignífugo que vemos ahora. Y no era nada descabellado encontrar alguna punta suelta o tornillo destroza pantalones. Que nos fuéramos con uno o dos chichones de más de los que habíamos entrado era el pan nuestro de cada día. Era lo que había, y no protestabas porque era “lo normal” (y además no iba a servir de mucho). Tu ibas ahí a jugar sin preocuparte por lo que pasaría.

A día de hoy el panorama es muy diferente y yo me pregunto si sobreprotegemos a nuestros hijos.

Ahora nuestros parques parecen más la habitación de un manicomio o la sala de entrenamiento de astronautas de la NASA que un parque de los que recordamos. Si un niño se hace daño ya es por la obstinación de algunos en abrirse la cabeza o por el vandalismo de otros, que de eso siempre ha habido. Y es que hemos pasado de la amenaza “como te caigas te doy un azote“ que decía tu madre al “espera que te subo yo, que te puedes caer“.

Ni tanto, ni tan calvo
¿En qué momento hemos perdido el término medio? ¿Es que nuestros hijos son ahora más importantes para nosotros de lo que fuimos nosotros mismos para nuestros padres? Como padre no deseo que a mi hijo le pase nada malo, eso es prioritario. Pero, ¿en qué le estoy ayudando si le llevo por la vida entre algodones? ¿Si nunca le dejo hacer nada por si mismo?.

Tengo la obligación de velar por su seguridad, eso lo tengo claro, y no sólo ahora que es un niño, sino siempre. Pero no apartando todo los peligros que pueda haber en su camino, primero porque es imposible, y segundo porque ¿cómo puedo enseñarle si sólo le digo que existen peligros, pero nunca ve ninguno?

Debo indicarle las pautas para que pueda vivir el resto de su vida bajo cierta seguridad, pero tiene que ser él el que a su ritmo, y no al nuestro, vaya aplicando dichas pautas. ¿De que sirve tenerlo entre algodones hasta que sea mayor de edad? ¿Le ayuda a él o quizás me estoy ayudando yo a mi mismo a vivir más tranquilo?

Le hemos controlado toda su vida. Acompañamos a nuestros hijos al colegio hasta que a ellos les da suficiente vergüenza como para pedirnos que no lo hagamos más. Y un buen día nos dicen que ya es mayor, que ya es adulto y puede hacer lo que el quiera. Y ya está, le dejamos volar entre fuego enemigo sin haberle enseñado antes a esquivar las balas. Y así tenemos ahí fuera a un joven adulto muy inseguro de si mismo y sin la más mínima experiencia.

¿Acaso cuando dejamos a nuestro hijo salir de fiesta creemos que se volverá un adulto responsable en un par de horas si toda la vida le hemos estado diciendo lo que tiene que hacer sin dejar que se responsabilice de sus actos? Y pediremos leyes que prohíban esto y lo otro, cuando somos nosotros los que teníamos que haberles enseñado a no necesitar que alguien le prohíba algo que no es bueno para él o los que le rodean.
¿Son ellos los que no quieren crecer, o nosotros los que no queremos que crezcan?

Las excusas
Síndrome del hijo santo, nuestro hijo nunca, nunca es el malo y da lo mismo lo que digan los demás él no lo hizo. Como mucho fue obligado por sus amigos.

No lo veo en todo el día, ¿no le voy a decir que no? O lo que es lo mismo síndrome del padre ausente. Sentimos que no le dedicamos suficiente tiempo, pero el dejarle que haga lo que quiera por el hecho de que no estés lo único que hace es que te menosprecies a ti mismo y que sigas estando ausente a pesar de estar ahí con él. Compénsale de otras formas, pero no así.

¿Significa que no debo preocuparme por mi hijo?
Para nada. Estoy seguro que si le preguntáis a vuestros padres cuándo dejaron de preocuparse por vosotros su respuesta será que aún siguen haciéndolo. No es a dejar de preocuparse a lo que hay que aprender sino a vivir con ello.

Tarde o temprano nuestros hijos volarán, eso ha sido así siempre y lo seguirá siendo mucho tiempo después de habernos ido, que un hijo se vaya duele, pero siempre nos quedará el orgullo del trabajo bien hecho. Claro que eso nunca está asegurado.

Fuente: Bebesymas
Link Original: http://www.bebesymas.com/educacion-infantil/sobreprotegemos-a-nuestros-hijos