Todavía, hoy persiste la leyenda urbana de que la separación de los padres afectará de forma terrible e irremediable en los niños, creándoles un trauma imposible de solucionar y que les marcará el resto de sus vidas (fracaso escolar, adicciones, falta de compromiso, depresión, etc.). Esto es incorrecto.
Las separaciones de los padres, sin duda, suponen un hito importante en la vida del niño, pero de ahí, a que le suponga un trauma imposible de superar, dista mucho. Sin duda este nuevo acontecimiento altera el entorno establecido de seguridad del niño, pero el hecho en sí del divorcio no implica un trauma en el niño. La clave está en cómo los padres actúen antes y después de la separación.
Lo que supone mayor trauma para los niños es el conflicto vivido entre sus padres, y por conflicto no me refiero sólo a violencia física, también incluye: violencia verbal, continuas discusiones, desdén, indiferencia y falta de respeto entre los cónyuges. Esto es lo que realmente hace daño al niño y es susceptible de marcarlo de por vida y hacer que interfiera en sus relaciones futuras. Este conflicto se puede vivir tanto si los padres viven juntos como una vez ya divorciados, por eso, es de vital importancia mantener los problemas con nuestra ex pareja ajenos a los niños.
Cuanto mayor sea la intensidad de conflicto y la duración en el tiempo, afectará más, distorsionando el modelo pareja en el que debe primar Amor, Respeto, Compromiso y Cuidado.
Lo niños necesitan de un entorno estable emocionalmente, seguro y cálido, y es mejor que lo reciban, estando los padres separados, que no divorciarse y vivir en una casa llena de rencores y reproches latentes.
No hay evidencia científica de cómo el divorcio de los padres afecta a la felicidad de los hijos; los únicos datos existentes sobre el tema indican que los hijos de personas divorciadas tienden a divorciarse más. Este dato permite numerosas interpretaciones: menos capacidad de aguante, la normalización del divorcio, etc. Otro dato, que se aprecia significativo, es que las hijas de padres separados tienden a preocuparse más de su carrera profesional, se puede interpretar para evitar depender económicamente de su pareja.
De cara al trastorno relacionado con el divorcio es importante sosegar a los niños en relación a lo que les genera mayor ansiedad e inseguridad. Los aspectos más importantes son los siguientes:
¿Qué cambios van a producirse? Hay que explicarles las nuevas rutinas, por ejemplo: quién les llevará y recogerá del cole, con quién y dónde vivirán, cuándo verán a su padre/madre, las clases extraescolares, quien les corregirá los deberes, etc.
¿Los hijos son los culpables del divorcio de sus padres? Tristemente, en muchos casos los niños se sienten responsables de la separación de sus padres incluso de forma inconsciente.
¿El amor de los padres hacia los hijos cesa con el divorcio? El amor entre los padres se ha acabado, pese a haberlo intentado. Sin embargo, el sentimiento de los padres hacia los hijos nunca va a cambiar. A los niños les provoca mucha inseguridad pensar que sus padres en un futuro “también se cansen de quererlos”.
¿Los hijos podrán seguir amando a los padres después del divorcio? A los niños les aterra el tener que elegir entre los dos padres, sienten que están traicionando a uno de los dos. Por lo que es muy tranquilizador para el niño asegurarle, que no se le va a pedir que deje de querer a ninguno de los dos progenitores.
Ante un tema tan sensible como éste, si nos surgen dudas acerca de cómo enfocar nuestra forma de proceder es bueno acudir a un psicólogo especializado, pues nos dará las pautas para sobrellevar este duro trance, tanto para los adultos como los niños. Y si te resulta un tema interesante podrás leer más artículos en este blog en el futuro.
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Autor: María José Orgaz
Fuente: Espectacularkids
