Yo diría que ya no hay muchos padres que lo hagan con sus hijos, pero probablemente quede alguno con reminiscencias del pasado, de esos que creen que para promover cambios hay que molestar y picar a los niños, haciéndoles sentir mal, y aunque en algunas situaciones puede surtir efecto, como cuando esperas que tu hijo consiga algo en un espacio breve de tiempo, una meta a corto plazo, si la cosa es a largo plazo la técnica puede acabar siendo un desastre.
A largo plazo es el cambio que los niños con exceso de peso tienen que hacer para dejar de tenerlo, y parece ser que tratarles con poco respeto y hacerles sentir mal no sólo no les ayuda a adelgazar, sino que puede hacer que engorden incluso más, dice una investigación reciente.
Datos del estudio
Hoy no os puedo pasar el enlace al estudio, como hago siempre, porque los datos se han dado a conocer antes de su publicación (se publicará en la revista Obesity). Para el estudio se siguieron durante cuatro años a casi 3.000 adultos con edades superiores a los 50 años. En ese tiempo se les preguntó si se habían sentido alguna vez discriminados por su peso, edad, sexo o etnia.
El 5% de todos ellos explicaron que alguna vez les habían discriminado por su peso. De ese porcentaje, los que tenían peso normal eran el 1%, mientras que los que tenían obesidad mórbida formaban el 36%.
Al ver qué sucedía en el transcurso de los años, vieron que los que habían sido discriminados por su peso aumentaron más de peso que aquellos que no habían recibido críticas por ello.
Llegaron a contabilizar las diferencias y vieron que las personas con sobrepeso que habían sido discriminadas habían aumentado casi un kilo de media, mientras que las que no lo habían sido habían perdido una media de 0,7 kilos.
Al ser un estudio observacional, los autores no se aventuran a afirmar que exista causalidad, pero sí creen que en caso de discriminación, la batalla contra la obesidad es más difícil de ganar.
Jane Wardle, directora del Centro de Conductas de la Salud de Cancer Research UK y autora del estudio dijo lo siguiente al respecto:
Nuestro estudio muestra con claridad que la discriminación por el peso es parte del problema de la obesidad, y no la solución [...] El prejuicio ante el peso no solo se ha documentado en el público general, sino también entre los profesionales sanitarios, y muchos pacientes obesos reportan ser tratados con poco respeto por los médicos debido a su peso. Todo el mundo, incluso los médicos, debe dejar de culpar y avergonzar a las personas por su peso y ofrecer respaldo, y cuando sea adecuado, tratamiento.
¿Y los niños?
Los niños funcionan igual, con un agravante: ellos están formando aún en su mente el concepto de auto-imagen. Tratan de conocerse a sí mismos, tratan de saber cómo son en comparación con los demás niños e intentan formar parte de los grupos de iguales (otros niños de su edad) siendo aceptados.
La discriminación por el peso, hacerles sentir mal con su cuerpo, con cómo son, en algo que requiere de tiempo, motivación y paciencia para solucionar, puede herir (casi de muerte) su autoestima, su relación con las personas que le discriminan e incluso su relación con sus compañeros de clase o de juegos. De hecho, se suele decir que "los niños son muy crueles" porque son capaces de reírse de otros niños por ser la excepción, pero si los adultos, en quien los niños deben poder apoyarse, hacen lo mismo, hacerles sentir mal por su peso, el resultado es la soledad y el rechazo absoluto. Sucede entonces que se sienten solos, no aceptados por nadie y, en su malestar, buscan el refugio y el consuelo en la comida.
Por otra parte, saberse más pesado, más lento, menos ágil y cansarse antes, por el peso, hace que los niños pierdan confianza en sus habilidades competitivas y muchos niños acaban por ver el ejercicio y el deporte como algo que no es para ellos, porque jamás podrán competir con otros niños. Esto hace que muchos rechacen el ejercicio, o que incluso acaben odiándolo.
En consecuencia, parece que lo más recomendable es educar a los padres y a los adultos para que, en vez de culpar a los niños, les ayuden, empezando por el ejemplo. Ojiplático me quedé hace unos días cuando le dije a una madre (delgada) que tenía que cambiar sus hábitos para que su hijo (con sobrepeso) empezara a comer bien, y ella me dijo "pero al que le sobran kilos es a él, no a mí", porque ella no comía equilibrado, y su hijo tampoco, pero a ella mantenía el peso, pero su hijo no.
Fuente: http://www.bebesymas.com
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