24/12/14
¿Cultivas los modales de tus hijos para que sean educados en casa de sus amigos?
Como comentaba Alicia en este post, parece que la buena educación ya está pasada de moda, y eso se nota en los modales de los niños. Haciendo un análisis muy simple, hemos pasado en unos años de hacer creer a los niños que debían obediencia ciega a los mayores, y que sus opiniones y deseos contaban para más bien poco; a aceptar que en las relaciones humanas “todo vale”.
Y aunque se que esto es muy sesgado, y que esta especie de corriente no es la única causante de que las buenas maneras ‘brillen por su ausencia’, se nota cuando entran muchos niños a casa y solo uno saluda, o cuando descubres que uno de los invitados está abriendo la nevera sin pedir permiso, o cuando utilizan palabras malsonantes (hablando a gritos) en el salón de casa.
Nuestra casa es una ‘casa abierta’, es raro el día que no haya otros niños comiendo, merendando, jugando, durmiendo…siempre previa petición de mis hijos, de los invitados, o porque nosotros lo sugerimos. Y siempre también, que los otros padres estén de acuerdo, y que nosotros no tengamos ningún impedimento manifiesto
¿Generalizo mucho? supongo que sí; y por otra parte estoy convencida de que la culpa no la tienen los más jóvenes, que más bien se dejan llevar. El poco tiempo (o empeño) que dedicamos a estar con los niños, a hablar con ellos; y nuestra propia forma de comportarnos fuera de casa, marcan un camino fácil que lleva (también fácilmente) al deterioro de las relaciones sociales.
De vez en cuando, en casa sacamos el tema a colación, porque nos sorprende en ocasiones la actitud, en ocasiones el comportamiento de otros peques. Fijaros que incluso hemos debido llamar la atención (no por no decir ‘buenas tardes’, sino por ser ofensivos con mis hijos) a algún niño.
Curiosamente, los otros niños no suelen reaccionar mal cuando se les corrige. La cuestión es como digo, a veces sacamos el tema, ya que nos gustaría que nuestros propios hijos tuvieran en cuenta a sus anfitriones cuando estén en otras casas. Nos gustaría que fueran ellos mismos, que no se cohibieran, pero sobre todo que respetaran, que pidieran permiso, que se despidieran, que dieran las gracias… de esa forma parece que todos nos sentimos mejor ¿no?
A pesar de eso, últimamente estoy contenta porque da la sensación de que en nuestro entorno está empezando a normalizarse la cortesía: ‘hola Macarena’, ‘¿me puedo quedar aquí un rato?, ‘se me ha olvidado la merienda, ¿podría comer algo aquí?’, ‘¿sería posible que llamara a mi padre desde vuestro teléfono?’.
No se me ocurren ‘fórmulas mágicas’ (a veces las recomendaciones tienen la pretensión de serlo), pero dedicación, paciencia, constancia, y de vez en cuando establecer límites, suelen funcionar, siempre que nosotros también sepamos escuchar.
En cuanto a la idea que transmitimos en nuestras conversaciones de adultos, podríamos corregirnos a nosotros mismos. Es decir en lugar de aseverar: ‘mira que son maleducados los jóvenes’, podríamos molestarnos en entender, orientar y explicar el por qué de nuestras sugerencias y peticiones.
“Donde fueres haz lo que vieres”, recuerdo que decía mi padre cuando era niña, es una frase ampliable pero que puede servir de punto de partida para modelar el comportamiento en casa de los amigos: ayudar a recoger, no hablar a gritos, guardar los juguetes después de utilizarlos, hablar con el lenguaje y el tono que los demás esperan de uno (los padres del amigo no son sus colegas), sin que esto quiera decir tratar de ‘usted’ o hacer reverencias.
Fuente: http://www.pequesymas.com
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