En casa la peque no tiene teléfono móvil o smartphone. Porque está claro que si quiere un teléfono móvil ese tiene que se un smartphone. En todo caso no descarto que, como tiene otros dispositivos móviles a su alcance para conectarse y utilizar aplicaciones, quizá un teléfono de teclas, sin pantalla táctil, le resulte suficiente para poder sentirte conectada con sus amigos según crezca. La clave la tiene el güasap, la última aplicación de moda que todo el mundo utiliza mientras gira la cabeza hasta que la barbilla toca el pecho (ver imagen), especialmente entre los adolescentes, aunque también les pasa a algunos mayores. Y es que mientras esta aplicación sea la líder en la comunicación todos los peques y adolescentes la necesitan para estar en contacto.
Así que por ahora, y para conectarse con sus amigos, tengo agregado en el teléfono móvil los contactos de sus amigos. De esa forma alguna vez, y siempre en mi presencia, puedo ver con quién habla, las cosas que dice y cuánto tiempo utiliza el teléfono móvil. El problema es qué pasa con el resto de contactos con los que comparto información y con los que una forma habitual de hacerlo es enviando imágenes. Porque, ¿en qué grupo no hay una persona que genera contenido que es poco apropiado para que lo vean los peques? Pues eso es lo que pasa cuando mi hija se pone a darse alguna vuelta por otras conversaciones o, como hacen los nativos digitales con cualquier aparato y tiempo para hacerlo, encuentran contenido que es capaz de sonrojarte a ti más que a ellos.
Así que hay que tener cuidado con el teléfono móvil que les dejamos a los peques porque enseguida van a encontrar imágenes que les van a llamar la atención y que van a enseñar a los demás. Y no viene mal revisar el contenido periódicamente o negociar con ellos y animarle a que nos borren las imágenes que aunque les llaman la atención no les aporta mucho. De esa forma tenemos el teléfono limpio mientras ellos aprenden a utilizarlo y a descubrir nuevas funcionalidades que nos explicarán luego encantados.
Y para finalizar una reflexión, porque me imagino que no soy el único al que le pasa esto, y es que esta forma de utilizar el teléfono tiene también una responsabilidad que comentábamos el otro día en casa. Hay que revisar con periodicidad qué contenido se intercambian entre los peques y permanecer al margen de las conversaciones. Sobre todo educar, razonar y responsabilizar en el uso del teléfono móvil y evitar participar en conversaciones que ni nos van ni nos vienen y que los peques son capaces de resolver ellos solitos.
Fuente: http://www.pequesymas.com
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