16/12/14

Enseña a tus hijos a autoprotegerse: normas de seguridad y saber pedir ayuda

Hace unas semanas hablábamos sobre la autoprotección en un post destinado a padres de niños que ya salen solos (sin adultos pero en grupo) de su entorno más inmediato. Según las circunstancias y las posibilidades, esos niños tienen generalmente entre ocho y 13 años.

Más tarde adquieren más autonomía, y aunque aún no son del todo grandes, sus capacidades físicas y de interacción social están más desarrolladas. Con los adolescentes, los padres ya han dado todas (o casi) las recomendaciones para prevenir contactos de riesgo con desconocidos, y están más centrados en otros aspectos de las vidas de sus hijos.

Como sabéis, hace dos o tres días, en Ciudad Lineal se ha producido otro supuesto caso de agresión por parte del pederasta que mantiene en vilo a las fuerzas de seguridad y vecinos de este distrito madrileño. Ante un posible encuentro con un adulto que desea hacerle daño, el niño reaccionará mejor si utiliza su instinto, y sobre todo si se le han repetido varias veces las pautas de actuación.

Esto no garantiza al 100 % la seguridad del niño, puesto que esta también pueda estar condicionada por el lugar de los hechos, la presencia de otras personas, etc; no la garantiza completamente, pero si un niño se cree en el derecho de chillar y salir corriendo cuando se siente en peligro, el riesgo de que sufra agresiones, abusos, o de que se lo lleven a un sitio que el no desea ir, disminuye.

¿Personas extrañas, desconocidos, familiares…?
Cuando se habla de abusos sexuales, sabemos que en el 80 por ciento de los casos son cometidos por personas de su entorno; claro que hay un tanto por ciento restante en el que el agresor o agresores no son conocidos, y además pueden hacer también daño de otras formas (supongo que pienso lo mismo que muchos de vosotros: el secuestro).

Los padres (excepto en lamentables ocasiones) son los protectores por excelencia de los hijos, y son los que perfilaran qué personas (o qué tipos de personas) pueden ser de confianza. Pero creo que más que perdernos en divagaciones sobre de quién o de quienes nos podemos fiar, deberíamos establecer una barrera clara para intentar evitar que nuestros hijos sufran daño por parte de alguien que puede ser un desequilibrado sin escrúpulos al que nadie conoce, o un vecino (que nadie se lo tome a mal) del que jamás se había oído nada malo pero “mira por dónde, ha estado abusando de las niñas que entraban a su casa a ver la colección de …."

He puesto puntos suspensivos no vaya a ser que queriendo inventar hiera la sensibilidad de alguien, tengo vecinos y amigos estupendos con los que he dejado a los niños más de una vez; a otras personas preferiría evitarlas. La cuestión es que estas cosas pasaban y pasan: cuando una amiga era niña salía del colegio y con permiso de su madre se quedaba en la casa del lado con el señor que vivía allí - un vecino - hasta que llegaba del trabajo. Este hombre aprovechaba para tocar a la pequeña.

Recuperando el hilo (que me pierdo), hablando de esa barrera invisible de protección:
El niño tiene derecho a negarse a que le besen, le acaricien, o le quiten la ropa (aunque sea un familiar).

Secretos y secretos: los padres tienen derecho a explicarle a su hijo la diferencia entre secretos buenos (le hacen sentir bien) y secretos malos (le oprimen el corazón, o le provocan tristeza…). El niño tiene que saber que el secreto bueno no tiene por qué contarlo (a los padres no les importa dónde está la cabaña que han hecho este verano); el secreto malo (un contacto de la cuenta de Facebook que le repite constantemente que se muestre desnudo delante de la webcam) puede hacer que se siente mucho peor si no lo revela a sus padres.

Un adulto que pide ayuda a los niños puede tener malas intenciones, ya sé que podemos exceptuar el abuelo que estando todos en la casa de veraneo le dice al niño que le ayude a subir un paquete al desván para que haya más sitio en las habitaciones, pero no es normal recurrir a menores para solventar un problema.

Un niño no tiene por qué acercarse a un coche para ver el mapa del señor que se lo pide, ni tiene que ayudar a descargar una furgoneta, ni tiene que entrar a un edificio para sujetar la puerta de una casa mientras el dueño

Los padres deben saber detectar comportamientos anómalos en los niños, para encontrar su causa. Y deben conocer el origen de regalos que los peques han llevado a casa, ya sabéis que en ocasiones antes de hacer daño, hay personas que se ganan la confianza de los menores dándoles cosas que les puedan hacer ilusión (incluyendo servicios de tecnología). 

Por lo general el acercamiento a los niños se produce cuando no están presentes otros adultos y no pueden aportar su opinión, o dar una respuesta asertiva.

Los niños van creciendo y una de las competencias relacionales a adquirir es la asertividad, que les será muy útil tanto en la infancia como cuando crezcan.

Si a la hora de recoger a los niños los padres no acuden, previamente habrán dado mensajes de seguridad a éstos (una pequeña lista de personas posibles a quien enviar a por los hijos, o unas instrucciones precisas)

Los niños deben saber separar el comportamiento según si sus padres están o no presentes: hay cientos de ejemplos, y quizás veáis en esto alguna incoherencia. Pero no es lo mismo que un niño solo entre a una casa en la que vive alguien que después se sabe que es un depravado; a que una madre espere en la puerta mientras esa señora a quien ha ido a devolverle un libro (es conocida), entra con los niños al recibidor para darles un racimo de uva. 

Hay detalles que los peques no perciben porque su pensamiento es concreto, y mientras acaban de definir con quién están seguros y con quién no, es mejor que se establezca una separación tajante.

Pedir ayuda
Es mejor prevenir obviamente, por eso el consejo principal es que mientras los niños son pequeños estén siempre bajo vigilancia de un adulto responsable. Lo que ocurre es que crecen y empiezan a soltar lazos, y a quedar para ir a comprarse la merienda, o al cine, o a buscar a los amigos a su casa.

Sabemos que es más seguro ir en grupo y evitar los descampados, pero estos sucesos a veces se producen en lugares más tranquilos, porque estos agresores saben cómo acercarse a los menores sin levantar sospechas. Basta con que les engañen con cualquier excusa para que se acerquen a su vehículo, o para alejar a uno del grupo con un mensaje supuestamente enviado por sus padres. Por eso vuelvo a insistir en que las normas de seguridad han de quedar muy claras desde casa, y que aseguremos a nuestros hijos que tienen derecho a rechazar, pedir ayuda, sospechar, si su instinto de pro

Como he comentado más arriba (y sabemos porque nos lo repiten continuamente), un niño que es abordado por una persona que intenta violentarlo, u obligarlo a hacer algo que no desea debe chillar pidiendo ayuda. En caso de que no haya acercamiento pero sí sospechas o inseguridad, un niño solo debe pedir ayuda entrando a una tienda, o dirigiéndose a un policía local (si hay uno cerca), o buscando a una madre que vigila a sus pequeños en el parque.

La confianza (de que hablábamos en el post enlazado arriba) es la que hace que un peque lo cuente en casa espontáneamente o no. En caso de que lo haga jamás deberíamos culpabilizarlo, sino más bien mostrar el orgullo por haber sido valiente.

En cuánto a cómo tratar estos temas en casa, es evidente que resulta más beneficioso intentar no transmitirles miedo, pero no por ello debemos obviar la causa de nuestras recomendaciones, si nos la preguntan. Una respuesta clara y sencilla puede ser que “hay personas que no quieren a los niños y por eso a veces intentan hacen daño”.

Fuente: http://www.pequesymas.com
Leer más: http://www.pequesymas.com/desarrollo-social/ensena-a-tus-hijos-a-autoprotegerse-normas-de-seguridad-y-saber-pedir-ayuda