26/11/10


Niños Con Emociones A Flor De Piel

Desde que nació lo supe. Por la forma de recogerse entre mis brazos, pronto me di cuenta de que era de otra pasta, más sensible. A medida que iba creciendo, poco a poco, llenó nuestras vidas de felicidad porque no se cansaba de regalar y recibir besos y abrazos, porque se le veía disfrutar con nuestra compañía cuando le mecíamos, le acariciábamos o le rascábamos la espalda.

En definitiva, una suerte, todo un privilegio para vivir intensamente el día a día. Los niños sensibles gozan con el cariño físico, se entristecen profundamente cuando su papá o su mamá se enfada con ellos o cuando su mejor amigo les dice que ya no quiere jugar con él, lloran viendo la película de El Rey León y se emocionan con la lectura de un cuento.

Recuerdan y relacionan los colores, la música, los sabores o los olores con las experiencias vividas, representan detalles inusuales en sus dibujos y responden con una mayor intensidad a las palabras o a los gestos cuando se sienten heridos. Los niños sensibles perciben y expresan pena, alegría o amor intensamente. Son sensibles a la vida, ya que son capaces de gozar con un juego o con un abrazo.

Lejos de ser un defecto, es una gran virtud que los padres podemos reforzar y estimular. Desde pequeños son capaces de sorprendernos con un sexto sentido para evaluar a las personas, son receptivos a las expresiones de la cara, a la mirada y, al tiempo, que se sienten atraídos por las personas sencillas y rechazan a los adultos complicados. Viven pendientes del estado de ánimo de las personas a su alrededor: "¿mamá, te pasa algo? ¿papá, estás enfadado?" y les genera una gran pena dañar al otro porque son más empáticos y sintonizan con las emociones del otro.

A veces, nos gustaría que fuese más "duro", por eso, según los psicólogos, es importante enseñarles a decir "no", a fomentar que expresen con seguridad y convicción sus ideas y opiniones, a describir las situaciones o los problemas de forma neutral sin hacer de las dificultades una tragedia y a desarrollar estrategias para defenderse. Como padres debemos estar atentos para no someterles a experiencias que no puedan manejar, para evitar señalar sus errores en público, sin avergonzarle por sus acciones y, sobre todo, para no inhibirle en la expresión de sus afectos.