Las estadísticas indican que la mayoría de los niños y adolescentes tiene acceso a internet -muchos de ellos a través del teléfono móvil -, y que el 82,5% se conecta a diario, la mayoría sin información previa y sin tener instalados los programas adecuados para una navegación segura.
Ambos requisitos serían necesarios (información y navegación segura), y más aún cuando niños con nueve y 10 años (a veces antes) tienen perfiles en Redes Sociales (y no precisamente esas que ajustan los contenidos a sus edades).
Es la primera vez en la historia de la humanidad en que los más jóvenes saben más que los adultos de algún tema concreto
La anterior, es una frase de la doctora María Salmerón, durante el último congreso de la Asociación Española de Pediatría. Y el que debería convertirse en un punto de unión (‘hijo, explícame cómo editas los vídeos de tu grupo musical porque quiero grabar mi conferencia’), se convierte muchas veces en un enorme abismo que sitúa en un extremo a padres que no saben de las andanzas de los niños por Internet, y en el otro a menores que comparten fotos, quedan para salir, pero también que se acosan.
Y no es que esté diciendo que la vida de los adolescentes deba ser un ‘libro abierto’ para sus familias, es que hablo de niños más pequeños. Chicos y chicas que convierten en un juego hablar sobre los profes de forma inocente, o burlarse de ese chico que en el patio deambula solo porque no tiene con quién jugar.
Nuestros jóvenes han nacido en la era tecnológica pero no han tenido, en muchos casos, una educación previa en el buen uso de internet, ni conocen sus riesgos. Saben usar la herramienta, pero no saben cómo hacerlo de forma segura. Que vaya un día un profesional al cole al explicarles a utilizar con seguridad Internet, es una solución parcial, ¿qué hacemos los padres al respecto?
¿Sabríamos detectar que nuestro hijo tiene problemas por un mal uso de Internet?
En otras ocasiones, hemos hablado de este tema, y me gustaría resaltar la necesidad de entender algunas de las características propias del acoso cibernético, y las recomendaciones de actuación frente al ciberbullying o el grooming.
Al parecer, no existe un ‘síndrome del niño acosado’ y en cada caso las manifestaciones pueden ser muy diversas.
Lo primero que pueden notar los padres son cambios en los hábitos de sus hijos: en el uso de dispositivos móviles o de Internet, ausencias repetidas a clase, ausencia en actividades hasta ese momento preferidas, disminución del rendimiento académico con disminución de la capacidad de concentración, cambios o desaparición de amistades… También son muy significativos los cambios en el estado de ánimo o la aparición de síntomas como insomnio, cefalea o dolor abdominal de reciente aparición y sin causa aparente.
Cuando el acoso se produce en el entorno online, el llamado ciberacoso, el principal problema es el mayor sufrimiento en las víctimas, al permanecer más tiempo el objeto de burla o agresión en el medio virtual y aumentar la audiencia que tiene acceso al daño que producen los ataques de los agresores/as, provocando un mayor riesgo de trastorno del ánimo y del suicidio.
A esto se suma la falsa sensación de impunidad y anonimato que tiene el agresor en internet y la dificultad para detectar el ciberacoso, en lo que influye sobremanera la llamada ‘brecha digital’.
Los pediatras consideran que los padres deben formarse en el entorno online y en las medidas de seguridad que existen para proteger los dispositivos conectados a internet – y así, poder controlar la actividad de sus hijos y sus relaciones virtuales -, además de trasmitirles que en la vida virtual deben regir las mismas normas de convivencia y de respeto al otro que en la vida real
Medidas efectivas para prevenir problemas
Cualquier cambio de hábitos en el uso de las nuevas tecnologías, la sensación de notar que ‘está diferente, y más si va unido a algún síntoma físico, es un aviso de que algo no va bien
Para evitarlo, lo ideal es saber qué hace el menor cuando está conectado, instalar un buen anti virus, un corta fuegos y un programa de control parental. Igualmente, conviene dosificar el tiempo de uso, tener el ordenador en un lugar común, controlar el empleo de webcam, y que, por ejemplo, si nuestro hijo usa correo electrónico lo haga desde una cuenta familiar; si tiene redes sociales, que los padres seamos uno de sus amigos…
Hay que tener en cuenta, además, que no se trata sólo de evitar el ciberacoso. Más frecuentes que él son los riesgos técnicos, adicción a pantallas, la pérdida de privacidad, la suplantación de identidad, el acceso a contenidos inapropiados y los fraudes económicos.
En definitiva, los hábitos saludables se deben promocionar desde la familia, la escuela y el ámbito sanitario. Y en este sentido, los pediatras también tienen un papel importante: la prevención primaria que es evitar que ocurra un problema con las TIC y la prevención secundaria que es la detección precoz de un caso.
No se trata de prohibir sino de educar, al igual que se educa a cruzar una calle, explica la doctora Salmerón. Una educación que debe iniciarse en cuanto los menores empiezan a tomar contacto con las nuevas tecnologías, a los 2-3 años de edad, y adecuar dichas normas según la edad
Fuente: Pequesymas
Link original: http://www.pequesymas.com/desarrollo-afectivo/educa-a-tus-hijos-en-la-utilizacion-saludable-de-internet-no-permitas-que-tu-desconocimiento-sea-su-fuente-de-problemas